Un edificio antiguo reformado por Alex March Studio acoge vivienda y espacio creativo en una ambiente de aires industriales con mucho carácter.
Pocas cosas de esta singular vivienda nos traen al siglo XXI y, sin embargo, todo respira una abrumadura actualidad. Su modernidad quizá radique en el fuerte carácter del espacio, la atemporalidad de muchas de las piezas –clásicos del diseño que nunca pasan de moda– o, por supuesto, en las obras de arte contemporáneo que llenan con su presencia los ambientes. Porque esas obras elaboran un hilo conductor que cuenta mucho sobre la casa y, sobre todo, sobre quien allí habita (y trabaja): el artista Iñaki Moreno.
En lo que antes fue un antiguo convento encontramos hoy esta casa-taller cerca del barrio de Poblenou, en Barcelona. De la edificación original de mediados del siglo XIX apenas quedan unas paredes pero aún conserva ese aire monacal y sobrio de antaño, una esencia que se ha mantenido tras la remodelación llevada a cabo por Alex March Studio. “Cuando llegué aquí todo estaba excesivamente lleno de muebles y cuadros. Se habían perdido los límites de taller y vivienda. Era un caos maravilloso donde se me hacía muy difícil de imaginar cómo era vivir y trabajar a la vez. Iñaki ansiaba un cambio y nos pusimos en marcha” explica el interiorista Alex March.
En la reforma se redistribuyeron los espacios y se definieron los usos, diferenciando los espacios de trabajo de los destinados a vivienda. «Antes de la reforma nada estaba en un enclave concreto, comías, descansabas o trabajabas en cualquier lugar del espacio, rodeado de un taller que se había extendido sin límite alguno por todas las estancias del lugar”. Por otro lado se ha dejado intencionadamente esa estética «inacabada y descuidado», de aires industriales de techos altos y paredes de ladrillo visto –algunos ambientes pintado de blanco y otras al natural–. Con esa base de arquitectura desnuda se buscaba centrar la atención en lo verdaderamente importante, el arte. Las obras de Iñaki Moreno, cuadros y esculturas, habitan con naturalidad en esos espacios austeros y con fuerza, compartiéndolos con una selección de piezas de diseño clásico de cierto aire nostálgico, elementos de artesanía popular, muebles de anticuario… Una exquisita combinación en la que el espacio, la expresividad arquitectónica y el arte componen un escenario único que habla un lenguaje propio lleno de personalidad.